jueves, abril 27, 2006


EL CARACOL Y SU TORMENTA
(dedicado a los naranjitos, y otros caracoles más)

Y ahí estaba otra vez, esa nube gris, rechoncha y enorme. Por los truenos era de esperarse que seguiría creciendo, como siempre. Crecería y crecería hasta convertirse en una nube negra que llenaría todo el espacio. El caracol ya estaba cansado, siempre sucedía lo mismo. De pronto, las gotas de agua comenzaron a caer, primero unas poquitas de esas chiquitas que uno apenas puede sentir. De hecho, había comenzado a llover poco tiempo antes, pero el caracol no se dió cuenta de tan pequeñas que eran las gotitas. Lo único bueno de todo esto era que el caracol podía elegir el color de la sombrilla, en su corazón un brillito como de sol resplandecía, a veces pensaba que era lo único bueno en aquel mundo pequeñito. Ahora las gotas cada vez se volvían más y más grandes y poco a poco se empezaba a formar aquella cortina de agua que una vez más lo llenaría todo.

El caracol empezó a imaginarse de que color sería su nueva sombrilla...se imaginaba una sombrilla anaranjada, !si, anaranjada!!Nunca se había imaginado una asi!. Sería naranja con líneas de color morado y un azul muy intenso. El mango de la sombrilla sería en forma de espiral y cada giro estaría formado por otras espirales cada vez más pequeñas. !Qué divertido era todo esto! Y mientras se lo imaginaba la sombrilla se iba formando, exactamente de la forma y los colores que el caracol se imaginaba. Ahora la sombrilla tendría puntos y cada vez que una gota tocara uno de ellos un sonido unico se escucharía, entonces la sombrilla debajo de aquella cortina de agua sería como una gran orquesta. Que bueno era escuchar aquellos sonidos que caían del cielo, la lluvia no era mas un evento aburrido y monotono, ahora era una fiesta de color, formas y sonidos. El caracol sonreía, él no se daba cuenta pero de su corazoncito de caracol que tenía salía un sonido como de arpas, de cientos de ellas.

Lentamente, la nube comenzó a desaparecer y del cielo no cayeron más gotas. La sombrilla comenzó a desaparecer conforme las gotas del cielo dejaron de caer. Ahora en el centro de aquel mundo pequeñito, solo había un gran lago, que se había formado con todas las gotas de lluvia.
El caracol estaba un poco triste, ya no llovía ni había sombrilla de colores, ni música, estaba él solo en su pequeño mundo.
En este punto debo insistirles, este era un mundo pequeño de verdad, solo cabían un caracol, una tormenta y una sombrilla, nada mas. Cada cierto tiempo se formaba, una vez más, aquella nube gris y rechoncha y la historia volvía a comenzar. El caracol podía imaginarse otra sombrilla, la que él quisiera, de colores, con música, sin música, alargada, puntiaguda, ancha circular. El número de formas que la sombrilla podía tomar no tenía límite.
Existen muchos mundos pequeños, algunos con caracoles y tormentas, otros con grillos y ríos, otros con catarinas o con pequeñas aves invisibles a nuestros ojos. En ellos, en este momento esta ocurriendo una historia que volverá a empezar.
autor desconocido... hasta el momento

miércoles, abril 26, 2006


PRIMAVERA

¡OEEEEEEEEEEE!


¿me oyes?

¿lo oyes?

¿es un caracol?

lunes, abril 24, 2006


El caracol
Un caracol viejo arrastrábase penosamente.Siempre trae consigo la vejez muchos desperfectos en los seres, y los mismos caracoles no pueden escapar a esa ley de la naturaleza. Estirando los cuernos para buscar su camino, hacía con el pescuezo esfuerzos inauditos para llegar, llevando encima su casa, hasta una hoja de parra donde pensaba almorzar.
Más que todo, parecía causarle gran dolencia una abolladura, cicatrizada pero ancha y profunda, que tenía en la cáscara, y que forzosamente le tenía que apretar en parte el cuerpo.
Unos caracolitos que lo estaban mirando, buenos muchachos, pero de poca reflexión, como casi todos los caracolitos, le dijeron al pasar:
-Pero, padre caracol, ¿por qué no cambia usted su cáscara por una nueva? Le debe hacer sufrir mucho esa abolladura que tiene.
-Hijitos -les contestó-, esta abolladura, es cierto afea mucho mi casa y me hace sufrir bastante; pero cambiar sería peor, y hasta creo que el desgarro que me causaría la mudanza me sería fatal.En casa vieja todas son goteras, pero en casa nueva los viejos poco duran.


Y el caracol siguió cargando con su carga...

Fábula argentina